miércoles, 9 de mayo de 2012

Boris Leiva "Ética para amador"






Ensayo basado en análisis de “Ética para Amador” de Fernando Savater

                                                                                                                                                                   

Introducción


En el mundo actual, suele decirse que los valores están trastocados o que el respeto y la comprensión están cada día desapareciendo a pasos agigantados. Que  estamos rodeados de inmorales y que “antes esto no ocurría”. Que la globalización sólo trae consigo murallas entre la gente, que las separa y las convierte en egoístas. Por fortuna, no toda la gente en este planeta piensa así ni se comportan como tal y logran actuar como virus que contagian de a poco con su optimismo y sabiduría a los demás desafortunados. Se podría decir de cierta forma que estas personas basan su actuar entorno a la Ética. ¿Pero qué es la ética?
En la presente ocasión, tengo la labor de resumir y analizar capítulo por capítulo la reconocida obra del filósofo y escritor español Fernando Savater, llamada “Ética para Amador” dedicada a su hijo Amador y publicada en el año 1991, que explica con términos y ejemplos sencillos (en la medida de lo posible) las interrogantes que surgen con el concepto de ética, palabra que solemos escuchar pero que no conocemos a fondo.
De esta forma, el autor intenta guiar al lector en todas las cuestiones actitudinales y morales a las que se ve sometido el ser humano y hace hincapié en hechos que pueden pasar desapercibidos a las miradas despistadas pero que en realidad nos competen a todos.
El libro en el que se basa este ensayo, va dirigido principalmente hacia la comunidad de los jóvenes, quienes están comenzando recién a comprender la complejidad que tienen las acciones de todos y cómo éstas moldean tanto a los demás como a ellos mismos, así como comenzar a reconocer la importancia que dedicarse un momento a analizar loa acciones que realizamos a veces sin siquiera pensar.


Desarrollo

*Capítulo I: De qué va la ética.

Resumen: Las ciencias existentes (estudiadas por simple curiosidad, para aprender destrezas o ganarse la vida a través de su conocimiento) pueden no ser tomadas en cuenta por algunos debido a su carácter de prescindibles para la práctica de la vida. Ya que nadie puede saberlo todo, sólo resta aceptar cuán ignorantes somos, aunque hay un saber que es imprescindible: algunas cosas nos son convenientes –lo bueno– y otras no –lo malo– (en el plano de que a todos nos interesa vivir); sin embargo, ciertas cosas poseen aspectos negativos y positivos: drogas, ciertos alimentos, la mentira, etc., que a la vez que causan daño también pueden suprimirlo. Al compararnos con los animales, nos damos cuenta de que ellos están programados para las acciones que realizan, no así las personas, que aunque puedan ser controladas y forjadas socialmente, tienen siempre más de un camino para elegir. A esto le llamamos Libertad, que no significa hacer lo que queramos, sino el no estar obligados a hacer una sola cosa. Asimismo, no somos libres de elegir qué nos pasa, sino elegir cómo responder; tampoco somos capaces de hacer todo lo que nos propongamos puesto que no somos omnipotentes. Por esto, es prudente fijarnos en lo que  hacemos y adquirir un cierto “saber vivir” o “arte de vivir” que es lo que se denomina “Ética”.

Análisis personal: Siento que es una muy buena idea el comenzar un tema tan delicado e importante (como lo es la ética) sin bombardearnos la cabeza con definiciones y términos confusos desde un principio, sino de manera sutil, pausada y con una buena carga de ejemplos explicativos, como lo hace el señor Savater en el comienzo de su escrito. Concuerdo rotundamente en lo que en este capítulo se explica, desde las comparaciones con criaturas del reino animal hasta la postura negativa –según él– que tiene la mayoría de las personas frente a la Libertad, las cuales se encargan de pensar en todo lo que NO pueden hacer o creen que no pueden hacer. Sin duda, el núcleo de este capítulo se basa en la libertad y en la toma de decisiones que la presencia de ésta nos permite. Personalmente, me considero una persona bastante cobarde y casi siempre que veo una opción que me permita desviarme de una problemática, hago lo posible por llevarla a cabo. Antes de leer este capítulo pensaría que soy afortunado de ser un ser humano, puesto que puedo tener una vía de escape a lo que me desagrada, pero al analizar lo que se expone aquí puedo darme cuenta, a mi parecer, que siendo un animal no cambiaría mucho mi existencia, debido a que al estar enfrentándome a un problema estaría haciendo mi deber instintivo y los sentimientos que me caracterizan no influirían en mi accionar. Sólo me basta tenerle un gran respeto a estos seres y tratar de emular su “heroísmo instintivo”. Finalmente, me parece que debemos ser conscientes de todas las otras voluntades, deseos y decisiones de las demás personas, las cuales se amoldarán, influirán y se retroalimentarán con las mías y viceversa, para tener así una vida más llevadera y con sentido.

*Capítulo II: Órdenes, costumbres y caprichos.

Resumen: Existen cosas que nos convienen para vivir y otras no, pero no siempre es fácil identificarlas. Cuando hacemos algo, es porque preferimos hacer esto a hacer otra cosa, o porque es mejor hacerlo que no hacerlo. Lamentablemente, existen ocasiones en donde debemos optar entre dos o más opciones indeseadas. Aristóteles, pionero, lo plantea de esta forma: ¿Qué pasaría si un barco, con una importante carga a su haber, se enfrenta a una tormenta que sólo puede atravesar si se quita peso de encima? ¿El capitán optaría por deshacerse de la carga (que es muy importante que llegue a puerto) o intentaría continuar, poniendo en riesgo su vida y la de la tripulación? De esta forma, cualquiera de las opciones las tomaría queriendo, pero a la vez sin querer. Las distintas acciones del día a día se basan en motivos, que son las razones que explican tal conducta. Existen tres: las órdenes, mandatos impuestos; las costumbres, fundamentadas en su repetición casi sin pensar o por seguir al colectivo; y los caprichos, cuyo motivo parece ser la ausencia del mismo. Cada uno de estos con pesos que recaen de manera diferente en nuestro actuar, posicionándose de manera jerárquica entre ellas. Por esto, a veces basta con seguir una orden, pero en cambio, en otras, es necesario buscar entre los caprichos y buscar el más racional.

Análisis personal: Aunque el ejemplo del barco en medio de la tempestad de Aristóteles parece ser un tanto extremista, siento que en la práctica es útil, ya que logra sentir que las decisiones más “mundanas” parezcan algo más simples de lo que en realidad son (aunque sea por un momento). Lo primero que se me vino a la cabeza al leer el ejemplo fue que quizás el capitán debiera eliminar tan sólo una parte de su cargamento, así recibiría una reprimenda por no conseguir llevarla completa a destino pero se aseguraría de que todos llegaran con vida. Aunque las dos opciones eran claras (enfrentar la tormenta tal cual, o quitar peso ya sea con la carga o –malévolamente– con algunos tripulantes), me fue imposible, y supongo que a muchos, el no pensar en una tercera más esperanzadora. Continuando con los tipos de motivos que condicionan nuestro actuar, ninguno de los tres señalados sería una respuesta 100% satisfactoria para resolver tal dilema. Seguir el fácil camino de la orden, al continuar en las mismas condiciones frente a aquellas condiciones climáticas sólo porque así se ordenó, a mi parecer, no estaría dentro de mi baraja de posibilidades. Por otro lado, la costumbre es una opción nula, puesto que nadie está acostumbrado a dicho panorama. Finalmente, el capricho, parece ser el motivo más certero, aunque tiene las mismas posibilidades de errar como de acertar. Sin embargo, prefiero equivocarme a no hacer nada al respecto, por lo que echaría a andar mi cerebro para tomar la mejor decisión (tirar toda la carga suele serlo para mí ahora). Claro, es fácil decirlo desde la teoría, pero aunque es importante y válido ponernos en este tipo de dilemas, sólo la práctica nos indicará nuestra real decisión.

*Capítulo III: Haz lo que quieras
Resumen: “Libertad” significa poder decidir, pero también darse cuenta de lo que se está decidiendo, que es lo más opuesto a dejarse llevar. Para que esto último no ocurra, se debe pensar, al menos, dos veces lo que se quiera hacer, cuestionándose lo siguiente: “¿Por qué hago esto? (orden, costumbre o capricho)”, pero si la respuesta es insatisfactoria se debe seguir cuestionando. Muchas veces, estos tres motivos rigen nuestras acciones convenientemente, pero claramente no por el simple hecho de denominarse orden, costumbre o capricho la acción se denominará buena. Las palabras bueno y malo se utilizan en múltiples cosas a nuestro alrededor y los parámetros para catalogarlas como tal están bien definidos; por ejemplo: un electrodoméstico, una comida, un auto o una película pueden denominarse buenas o malas sin mayor análisis, pero con personas es muy difícil categorizar pues siempre hay discrepancias, y es simplemente porque no se sabe para qué sirven los seres humanos. Se puede ser buen hombre de múltiples maneras, pero debido a que cada uno se mueve en distintos ámbitos y tiene distintas intenciones, desde fuera es muy difícil determinar la “bondad” o “maldad”. Además, alguien malo pudo hacer el bien sin querer y por el contrario, otro con las mejores intenciones pudo provocar un desastre.
Análisis personal: Desde que recuerdo, siempre he sido una persona indecisa en todo ámbito, y aunque por mucho tiempo sentía que era mi peor defecto, últimamente creo que también podría denominar mi inseguridad como una “pseudo virtud”, ya que, como explica Savater, hay decisiones que simplemente no encajan dentro de los tres motivos más generales, y tomarlas a la ligera sería lo peor que uno pudiera hacer. Muchas veces uno escucha: “No lo pienses tanto y hazlo”, pero, si bien, puede ser en ocasiones cierto y pueda perderme oportunidades únicas en la vida, siempre sigo el camino más seguro (quizás, más allá de ser algo bueno o malo, en mi caso tenga que ver con la seguridad que tengo en mí mismo y en mis capacidades, pero ese es tema para otra ocasión). Concuerdo con el autor cuando señala la complejidad de atribuir la característica de bueno o malo cuando se trata de personas, y también con su simple respuesta que radica en que lisa y llanamente no conocemos nuestra “función” principal, ya que las cosas que se esperan de nosotros difieren en cada situación en que nos encontremos. Cada persona es un mundo y tiene una historia detrás que justifica sus acciones, y esto, sumado al hecho de estar inserto en una cultura en especifico que tiene sus propios fundamentos y bases, aporta aun más dificultad al querer siquiera intentar saber si una persona es buena o mala. Por ejemplo: no sería válido criticar negativamente a un pueblo de un país lejano por sacrificar animales y personas a diario como ofrendas para un dios si es que para ellos eso es lo más natural y normal que existe y de esa forma se sienten tranquilos y felices, pro el simple hecho de que yo no lo tolero. Se debe tener una mente abierta y humilde a pensar que quizás no siempre tenemos la razón.

*Capítulo IV: Date la buena vida
Resumen: No se debe preguntar a nadie más que a sí mismo qué hacer con la propia vida, y al poner en práctica la libertad no hay que ponerse desde el principio al servicio de los demás, por muy buenos y respetables que sean. Al decir “haz lo que quieras”, surge la contradicción de “ordenar ser libre”, con lo que curiosamente al cumplir este enunciado se desobedece (se sigue una orden y no lo que la persona siente), y al no cumplirlo se obedece (porque se decidió hacer lo que él mismo quería). Lo importante es que no hay que dedicarse a que pase el tiempo, sino que a vivirlo bien y también comprender que el “haz lo que quieras” no debe confundirse con los caprichos, puesto que esto sería un “hacer lo que se me da la gana”. El ser humano suele tener deseos contradictorios y se vuelve fundamental ser capaz de jerarquizar sobre lo que se apetece y lo que a la larga se quiere. El decir “haz lo que quieras” finalmente significa “darse la buena vida”, pero una vida humana, basada en la relación con los demás, puesto que en la soledad sí hay vida, pero no es ni buena ni humana. Esto, finalmente, logra que la gente se humanice a través del lenguaje, puesto que a la vez que se trata humanamente a los demás, éstos lo harán recíprocamente también, o sea, darse la buena vida no difiere mucho de dar la buena vida.

Análisis personal: El saber que lo que se hace con la propia vida debe ser preguntado sólo a sí mismo me parece un principio fundamental a la hora de crecer como personas. Como se ha dicho anteriormente, cuando pequeños dependemos de muchas formas de nuestro entorno familiar, pero a medida que crecemos uno es el único responsable de lo que nos acontece. Obviamente nunca está de más aceptar un consejo de otra persona puesto que es probable que ella vea las situaciones desde otro enfoque que a uno ni se le hubiese pasado por la cabeza, pero la decisión final siempre será de uno. Esto no debe confundirse con el ensimismamiento ni con el egocentrismo, pero cierto es que nadie conoce más de uno que uno mismo. Me ha pasado en múltiples ocasiones (y creo que es un proceso normal por el que pasa la gente) el hecho de sentir que me encantaría aislarme de la gente y estar solo por un largo tiempo. El estrés, las desilusiones amorosas, el desencanto con el mundo, el esfuerzo que no da frutos, parecen ser razones suficientes para rendirse y querer desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, pero lo bueno del caso es que este deseo suele ser suprimido en uno u otro momento. Como seres sociales, nos sentimos atraídos a estar en constante relación con las demás personas puesto que hemos desarrollado la capacidad de tener conciencia de lo que somos y comprender que la vida en conjunto supera significativamente a la solitaria (algo que los animales no tienen la fortuna de conocer, por el momento). Creo, a mi parecer, que la humanización a través del lenguaje es un valor vital que nos otorga una mejor calidad de vida y que sin la cual la existencia poco tendría de interesante, por lo que se debe valorar como uno de nuestros más grandes tesoros.

*Capítulo V: ¡Despierta, baby!

Resumen: Está claro qué es lo que todos quieren (darse la buena vida), pero no sé sabe concretamente a qué se refiere o en qué consiste la “buena vida”. El querer ese tipo de vida no es un querer cualquiera, no puede basarse en quereres simples, que se fijan en sólo un aspecto de la realidad (como los alimentos, por ejemplo) y que no tienen perspectiva de conjunto. Básicamente, lo que poseemos, a su modo, también nos posee y por más cosas que se tenga, lo único que se obtendrá de ellas, serán más cosas. Como se dijo en el resumen anterior, el trato entre personas es primordial ya que logra que la gente se humanice entre ellas. Ocurre que, a veces las personas tratan a los demás como si fueran cosas y está de más decir (o tal vez no) que así no se consigue ni amistad, ni respeto ni mucho menos amor, y además se es considerado también como una cosa; al estar del otro lado, o sea, al ser tratados como cosas, por lo menos se mantiene el respeto de una persona: nosotros mismos. Al tratar a las cosas como tal, éstas nos otorgarán diversos beneficios, y al hacerlo con las demás personas, éstas nos ayudarán en lo fundamental: en ser humanos. Lo importante es reflexionar sobre lo que se hace, hablar con los demás, dar razones y escucharlas y tomar decisiones en solitario, pues nadie puede ser libre por otro.

Análisis personal: Todos sentimos algún tipo de fascinación por algunas cosas. Quizás a alguien le guste coleccionar cuadros, a otro le interese tener lo último en tecnología o simplemente darse gustos culinarios cada vez que le sea posible. Creo que esto no tiene nada de malo, pero como plantea Savater en  este capítulo de “Ética para Amador”, la vida no puede basarse en ello. Ocurre que, hay gente que literalmente se hipnotiza frente a sus deseos mundanos y olvida que lo más importante (aunque suene de lo más cursi) es estar con nuestros seres queridos y disfrutar de su compañía. Viéndolo desde una perspectiva personal, hubo una ocasión en que casi sentía que me moría porque no pude asistir a un concierto que hace tiempo estaba deseando ir. Resulta que estuve meses juntando el dinero y contaba los días para el gran día, pero al final, por diversos motivos no pude ir. Pataleé como un verdadero niño de cinco años, creo que hasta lágrimas me brotaron, pero poco a poco me fui resignando hasta el momento en que me moría de la risa al recordar mis reacciones. Este es un claro ejemplo de que las cosas materiales, las que no tienen que ver con las demás personas, a fin de cuentas deben estar en un segundo plano (y en ocasiones en un tercero o cuarto). Debido a que somos seres humanos, más de alguna vez trataremos a cosas como si fueran personas, y viceversa, puesto que tenemos el total derecho de equivocarnos, pero es importante darnos cuenta luego del valor que cada cosa y persona se merece. Vale decir, como anécdota, que el dinero de la entrada del concierto (que finalmente no compré) no era para nada despreciable y pude utilizarlo en otra cosa mucho más importante como lo era ayudar a mis padres a pagar mi matrícula de la Universidad.

*Capítulo VI: Aparece Pepito Grillo
Resumen: La única obligación que tenemos en esta vida es no ser imbéciles (moral o éticamente). “Imbécil” viene del latín baculus, o sea <<bastón>>, por lo que un imbécil moral cojea del ánimo y el espíritu. Hay cinco tipos de imbéciles morales: a) el que cree que no quiere nada y dice que todo le da igual; b) el que cree que lo quiere todo, lo que se le presenta y lo contrario; c) el que no sabe lo que quiere, imita al resto o les lleva la contraria porque sí; d) el que sabe qué quiere y más o menos por qué lo quiere, pero es flojo, tiene miedo o poca fuerza; y e) el que quiere con fuerza y ferocidad, pero se engaña a sí mismo sobre lo que es la realidad. Lo contrario de la imbecilidad moral es la conciencia, que consiste básicamente en saber que no todo da igual, desarrollar el “buen gusto moral” y no buscar coartadas que disimulen que somos libres. Esta es una característica de quienes son “egoístas”, pero que no son imbéciles, pues quieren lo mejor para sí, o sea la buena vida. De esta forma, se debe ser responsable con los actos que nos otorga la libertad, y así minimizar el sentido de remordimiento, que aparece cuando nos arrepentimos de nuestros actos indebidos, a veces justificados por calificarlos de irresistibles, pero que a fin de cuentas no es más que una superstición inventada por los que le temen a la libertad.

Análisis personal: Socialmente, la palabra imbécil denota a alguien que no sabe o que algo le cuesta mucho, pero Savater toma la etiología de la palabra y la utiliza de forma retórica para representar a todas esas personas (todos hemos sido, seremos o somos en parte) que temen hacer uso de la libertad intrínseca que poseen por el simple hecho de ser personas, y CREEN no saber lo que quieren o siguen al resto porque piensan que es un camino más fácil y seguro. Para tener “buen gusto” moral, es necesario tanto cualidades innatas, como la enseñanza a partir de la humanización que nos entrega el contacto con los demás. Es por esto último, y como he señalado anteriormente, que no se puede juzgar a alguien sólo por sus actos sino que debe conocerse lo que hay detrás, su historia, pues es muy probable que haya sido tratado inhumanamente, por lo que no se le puede reprochar del todo el comportarse de tal manera. Es por esto que, parte de los actos que cometen los demás, ya sean negativos o positivos, son en parte nuestra propia responsabilidad, porque al tratar a alguien de alguna forma específica, ésta (en general) lo hará de la misma forma. Por  otro lado, concuerdo cuando el autor plantea el hecho de que debemos ser “egoístas consecuentes”, pues así sabemos lo que queremos para tener un buen vivir y el esfuerzo que éste conlleva, y además tenemos conciencia, somos responsables y eliminamos el remordimiento. Como he dicho antes, es imposible que nos comportemos de esa forma las 24 horas del día, de nuestro nacimiento hasta que muramos, pero el camino de la vida nos otorga experiencia y la capacidad de cada día comportarnos con más sabiduría y respeto hacia los demás.

*Capítulo VII: Ponte en su lugar

Resumen: No hay peor enemigo que un enemigo inteligente, capaz de hacer planes minuciosos, de tender trampas o de engañar de mil maneras, y es por eso que aunque los demás seres humanos nos convienen también pueden perjudicarnos, por lo que hay que estar siempre atentos a ellos. Cuando interactuamos con los demás, y como se ha dicho en más de una ocasión anteriormente, debemos fijarnos en todos los aspectos posibles que incidieron en sus actos y tratarlos humanamente, que significa intentar ponerse en el lugar del otro, desde dentro, adoptando por un momento su propio punto de vista. Pese a todas las diferencias entre los individuos, también en cierto modo se está dentro de cada uno de los semejantes. Ponerse en el lugar del otro es tomarle en serio, considerarle plenamente, participando del algún modo en sus pasiones y sentimientos, en sus dolores, anhelos y gozos. Esto no significa que hay que darle la razón a lo que el otro reclama o hace ni comportarse como si fueran idénticos, sino que tratar de que todos tengamos las mismas oportunidades. Gran parte del arte de la empatía es el valor de la justicia, o sea esforzarse por entender a nuestros semejantes, que va más allá de las leyes, puesto que es imposible encasillar personas con situaciones tan distintas en un principio legal común.

Análisis personal: Quizás de manera poco modesta, puedo decir que me considero una persona empática frente a mis pares y personas que me rodean, ya que siempre en mi grupo de amigos o en mi familia soy una especie de moderador cuando surgen discusiones y también me suelen elogiar diciendo que soy bueno dando consejos. Esto, se debe, yo creo, a que en general, soy una persona muy sensible y logro captar lo que los demás me cuentan. Por contraparte, me resulta difícil a veces sentirme comprendido por los demás y me frustro bastante por ello, y resulta que no sigo los propios consejos que comparto (soy algo así como alguien que predica y no practica, o como dice el dicho “en casa de herrero, cuchillo de palo”). Sin embargo, sé que esto no será así, y que por más que quiera a veces desprenderme de los demás, siempre es necesario el contacto real con las demás personas, pues es ahí la única instancia en la cual podré encontrar respuestas que me entreguen beneficios y me hagan sentir desarrollado como persona. El tratar a los demás de una determinada forma, también significa el cómo me trato a mí mismo. Para eso debo comprender desde dentro (o hacer el intento) lo que sienten los demás, ya que así lo humanizo y a la vez, me humanizo a mí mismo, que es el interés absoluto. Es cierto que sería muy aburrido que todos fuéramos iguales, como un ejército de soldaditos de juguete y nos comportáramos de la misma forma, pero en lo que sí debemos ser iguales es en las oportunidades para poder desarrollarme como un ser humano pleno. Para esto es fundamental ´poner en práctica el valor de la justicia y amar, aunque sea un poco a cada ser humano que nos rodea, por ayudar a humanizarnos.

*Capítulo VIII: Tanto gusto

Resumen: Suele decirse, en un amplio porcentaje, que la “inmoralidad” hace relación con el sexo. Es posible que se sea inmoral en el sexo, pero esta palabra no engloba todo lo que se puede esperar inmoral. El que cree que hay algo malo en disfrutar del placer que éste otorga (o de los placeres en general), ése debería ser considerado inmoral. Este tipo de personas le temen al placer, y si se pregunta por qué ocurre esto, es debido a que el placer nos gusta demasiado. Así surgen estos columniadores del placer, denominados “puritanos”, que creen que sólo se logra vivir bien si es que se está pasando mal y viceversa, sin embargo, Savater expone que es más moral y decente el sinvergüenza corriente que el puritano oficial. Si se tarda en pasarlo bien, se termina por pasar de pasarlo bien, ya que no se puso en práctica el famoso “carpe diem”.  Esto no quiere decir que hoy hay que buscar todos los placeres existentes, sino que hay que buscar todos los placeres de hoy, o sea, todo a su debido tiempo. Así como entrega tantas satisfacciones, el placer también puede ser fastidioso y tornarse enviciante, a la vez que peligroso, convirtiéndose en un castigo disfrazado de placer. Señalando esto, sólo basta decir que la alegría es la máxima gratificación que nos entrega la vida.

Análisis personal: No podría estar más de acuerdo con el autor en todo lo que señala en este capítulo dedicado al placer, del cual todos somos libres de sentir, pero que no todos deciden adoptar para sí. Como se dijo, el placer en exceso, también puede ser causante de consecuencias negativas hacia la persona, puesto que es un motivo de distracción en nuestras metas, y se transforma en un modo de vida. Lamento el hecho de que existan aquellas personas “puritanas” que no toman conciencia de que uno tiene por objetivo disfrutar de la vida, obviamente sin pasar a llevar las libertades de las demás personas, pero que en general la vida debe ser un gozo y una experiencia provechosa en todo sentido. Concuerdo también en que si el placer viene de la mano del “daño” y el peligro es nada más ni nada menos que un castigo disfrazado de placer pues se está contradiciendo la idea de que hay que disfrutar la vida, ya que en cualquier momento se puede perder. Finalmente, estoy de acuerdo plenamente cuando el autor anuncia que la mayor gratificación que la vida nos puede dar es la alegría, un concepto vilipendiado en ocasiones, y del cual no se toma mucho en serio. Cualquier acción que nos aleje de la alegría, de ese “sí” a lo que somos, queremos y sentimos ser, es indiscutidamente una mala acción. Sólo resta decir que hay que ser alegres con templanza (comparada y relacionada de manera errónea con la abstinencia y la prohibición) puesto que con ésta tendremos una amistad inteligente y sana con lo que nos hace disfrutar.

*Capítulo IX: Elecciones generales

Resumen: Para lo único que sirve la ética es para intentar mejorarse a uno mismo, no para reprender elocuentemente a los demás. La ética y la política se relacionan entre sí y tienen mucho que ver, pues ambas tratar de vivir bien. La ética es el arte de elegir lo que más conviene y la política tiene por objetivo organizar lo mejor posible la sociedad para que cada uno pueda elegir lo que le conviene. Sin embargo difieren en algo: la ética de lo que uno mismo hace con su libertad, en cambio la política intenta coordinar la manera más provechosa para el conjunto lo que muchos hacen con sus libertades, además a esta última sólo le interesan los resultados de las acciones y si es necesario incluir presión (incluida la fuerza) lo hará; la ética no puede esperar a la política. Una organización política preferible debe sentar sus bases en la libertad de todo tipo para su gente, haciendo énfasis también en la responsabilidad de los actos y las omisiones; también tratar a las personas como personas (incluyendo la dignidad, que representa la exigencia de ser tratado igual a los demás); y finalmente simpatizar con los dolores y las desdichas de la gente. Como conclusión hay que tomar conciencia de la importancia de nuestro Planeta Tierra, que se verá cuidado sólo en un ambiente de respeto por la diversidad, así como también con el respeto y la equidad.

Análisis personal: A decir verdad, la política no es un área que me llame mucho la atención (no sé cuánto tiempo me hubiese tomado inscribirme para votar si es que no se hubiese aprobado la inscripción automática y el voto voluntario), pero tengo conciencia de la importancia, la vigencia y la relación con cada persona que pisa este planeta que ésta tiene. Es imposible pensar en un mundo utópico donde cada segundo sea el más feliz de la vida y en que no existe maldad, puesto que el simple hecho de que exista bondad provoca una contraparte, pero sí se puede pensar en un mundo que sea lo mejor posible. Para esto, la política, como una especie de “ser humano gigante” debe basar sus principios en los mismos que se han señalado con anterioridad que debe poseer una persona. Comenzando por apoyar rotundamente la libertad (de expresión, de reunión con demás personas, de sentir placer de diversas maneras, etc.); también tratando humanamente a las personas y concientizarse con el hecho de que la diversidad siempre estará presente así como la existencia humana (a no ser que suframos una extinción como los desaparecidos dinosaurios); y finalmente, junto con lo anterior, intentar de la mejor forma comprender desde dentro tanto las alegrías como las desdichas de la gente, puesto que son las personas la razón de ser de la política y de cuanta ciencia exista. Finalmente simpatizo con las conclusiones que el autor hace en este capítulo acerca de aborrecer las doctrinas que enfrentan sin remedio a unos contra otros, como los racismos, los nacionalismos enfermizos y las ideologías fanáticas, puesto que lo único que logran es separarnos los unos a los otros y convertir a la ética en nada más que un recuerdo absurdo.

*Epílogo: Tendrás que pensártelo

Resumen: El autor finaliza comentando que este libro no debe ser tomado muy en serio, puesto que la seriedad no va inequívocamente de la mano con la sabiduría. Frente a la pregunta “¿merece la pena vivir?”, Savater cita a Samuel Butler, escritor inglés, que señala: “Ésa es una pregunta para un embrión, no para un hombre”. Continua señalando que piensa que sólo es bueno el que siente una antipatía activa hacia la muerte, antipatía y no miedo, puesto que este suele surgir del respeto y la sumisión y no son sentimientos quela muerte no se merece. Luego, asevera que no importa si es que hay vida después de la muerte, sino que haya vida antes, y que no sea una simple supervivencia. Antes de terminar, da tres razones para comprender por qué no se puede saber por medio de este libro el cómo vivir mejor: a) la incompetencia de Savater mismo; b) el hecho de que la vida no sea una ciencia exacta, sino un arte; c) y por último, el que la buena vida no es algo general, sino que está hecha a medida de cada uno, individualmente. Por último, aconseja que si de elegir se trata, elijamos aquellas opciones que nos permiten luego un número mayor de opciones posibles, elegir abrirnos: a otros, a nuevas experiencias y a diversas alegrías.

Análisis personal: Siento que, a manera de epílogo, este apartado a cumplido con mis expectativas finales. El autor, con su tono humorístico ante todo, invita simplemente a vivir la vida y encontrar en su camino las respuestas a todas las incógnitas que nos surjan, comprendiendo que nadie sabe ni lo sabrá todo, y mucho menos en un tiempo corto. Estoy de acuerdo en su afirmación de que debemos guardar el ánimo para nuestros fallos, porque la suerte también juega y no todo el mundo avanzará siempre entre aciertos, sino también en derrotas y errores. Por primera vez discrepo un poco con el autor cuando señala que “sólo es bueno el que siente una antipatía activa por la muerte”, puesto que a mi parecer la muerte debe tomarse tanto con seriedad pero también con la mayor de las naturalidades, puesto que es un hecho del cual nadie se va a escapar jamás. Con lo anterior cito a mi saga de libros favorita llamada Harry Potter, a través del personaje Albus Dumbledore, quien en el séptimo y último volumen de la saga dice: “La muerte no es más que nuestra siguiente gran aventura”. Con esto quiero decir que aunque tengo inseguridad sobre qué pase cuando muera, siento que no por no saber, aprovecharé de hacer de todo, pues encuentro que es una especie de oportunismo y miedo disfrazado. (Esto último sin asegurarlo completamente, y sabiendo que sólo la práctica me hará pulir mis ideas; quizás en un tiempo más opine todo lo contrario).







Conclusión

El presente ensayo tuvo por intención la capacidad de sintetizar y analizar a grandes rasgos las ideas planteadas en el libro “Ética para Amador” del autor Fernando Savater, el cual de manera sencilla narraba los conceptos y relaciones que se manejan en el ámbito de la ética y su importancia para el ser humano. Estructuralmente hablando, el autor usa el recurso de un encanto no siempre visto en libros que hablan del tema y que invita a cada momento a continuar leyendo, dejando traviesamente cuestionamientos al final de cada capítulo y señalando que en el siguiente se compromete a resolverlos.
Inteligentemente, y como mucho debieran emular, utiliza un lenguaje muy cercano que interesa aun más al lector y provoca que éste continúe leyendo y va de apoco aumentando la complejidad de sus dichos para no confundir de entrada a quien no sabe del tema.
Personalmente, el libro me gustó mucho debido a las razones anteriormente señaladas y también porque tomé conciencia de la importancia de la ética en nuestras vidas, y que yo, como futuro profesional tengo que tener siempre en cuenta a la hora de relacionarme con mi entorno de trabajo y mis pacientes.
Para finalizar, sólo me basta decir que el análisis capítulo a capítulo fue un ejercicio muy enriquecedor y que me di cuenta de cuán ignorantes somos. Así también, que la ética y la sabiduría se basan también en esto último: reconocer que nunca lo sabremos todo, pero que lo que realmente importa es que a lo largo del camino de la vida y las relaciones que tendremos con los demás, nuestro vivir se tornará más pleno y llevadero y con un sentido claro.


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