Ensayo
basado en análisis de “Ética para Amador” de Fernando Savater
Introducción
En
el mundo actual, suele decirse que los valores están trastocados o que el
respeto y la comprensión están cada día desapareciendo a pasos agigantados. Que estamos rodeados de inmorales y que “antes
esto no ocurría”. Que la globalización sólo trae consigo murallas entre la
gente, que las separa y las convierte en egoístas. Por fortuna, no toda la
gente en este planeta piensa así ni se comportan como tal y logran actuar como
virus que contagian de a poco con su optimismo y sabiduría a los demás
desafortunados. Se podría decir de cierta forma que estas personas basan su
actuar entorno a la Ética. ¿Pero qué es la ética?
En
la presente ocasión, tengo la labor de resumir y analizar capítulo por capítulo
la reconocida obra del filósofo y escritor español Fernando Savater, llamada “Ética
para Amador” dedicada a su hijo Amador y publicada en el año 1991, que explica
con términos y ejemplos sencillos (en la medida de lo posible) las
interrogantes que surgen con el concepto de ética, palabra que solemos escuchar
pero que no conocemos a fondo.
De
esta forma, el autor intenta guiar al lector en todas las cuestiones
actitudinales y morales a las que se ve sometido el ser humano y hace hincapié
en hechos que pueden pasar desapercibidos a las miradas despistadas pero que en
realidad nos competen a todos.
El
libro en el que se basa este ensayo, va dirigido principalmente hacia la
comunidad de los jóvenes, quienes están comenzando recién a comprender la
complejidad que tienen las acciones de todos y cómo éstas moldean tanto a los
demás como a ellos mismos, así como comenzar a reconocer la importancia que
dedicarse un momento a analizar loa acciones que realizamos a veces sin
siquiera pensar.
Desarrollo
*Capítulo
I: De qué va la ética.
Resumen:
Las ciencias existentes (estudiadas por simple curiosidad, para aprender
destrezas o ganarse la vida a través de su conocimiento) pueden no ser tomadas
en cuenta por algunos debido a su carácter de prescindibles para la práctica de
la vida. Ya que nadie puede saberlo todo, sólo resta aceptar cuán ignorantes
somos, aunque hay un saber que es imprescindible: algunas cosas nos son
convenientes –lo bueno– y otras no –lo malo– (en el plano de que a todos nos
interesa vivir); sin embargo, ciertas cosas poseen aspectos negativos y positivos:
drogas, ciertos alimentos, la mentira, etc., que a la vez que causan daño
también pueden suprimirlo. Al compararnos con los animales, nos damos cuenta de
que ellos están programados para las
acciones que realizan, no así las personas, que aunque puedan ser controladas y
forjadas socialmente, tienen siempre más de un camino para elegir. A esto le
llamamos Libertad, que no significa
hacer lo que queramos, sino el no estar obligados a hacer una sola cosa.
Asimismo, no somos libres de elegir qué nos pasa, sino elegir cómo responder;
tampoco somos capaces de hacer todo lo que nos propongamos puesto que no somos
omnipotentes. Por esto, es prudente fijarnos en lo que hacemos y adquirir un cierto “saber vivir” o
“arte de vivir” que es lo que se
denomina “Ética”.
Análisis
personal: Siento que es una muy buena idea el comenzar un tema tan delicado e
importante (como lo es la ética) sin bombardearnos la cabeza con definiciones y
términos confusos desde un principio, sino de manera sutil, pausada y con una
buena carga de ejemplos explicativos, como lo hace el señor Savater en el
comienzo de su escrito. Concuerdo rotundamente en lo que en este capítulo se
explica, desde las comparaciones con criaturas del reino animal hasta la
postura negativa –según él– que tiene la mayoría de las personas frente a la
Libertad, las cuales se encargan de pensar en todo lo que NO pueden hacer o
creen que no pueden hacer. Sin duda, el núcleo de este capítulo se basa en la
libertad y en la toma de decisiones que la presencia de ésta nos permite.
Personalmente, me considero una persona bastante cobarde y casi siempre que veo
una opción que me permita desviarme de una problemática, hago lo posible por
llevarla a cabo. Antes de leer este capítulo pensaría que soy afortunado de ser
un ser humano, puesto que puedo tener una vía de escape a lo que me desagrada,
pero al analizar lo que se expone aquí puedo darme cuenta, a mi parecer, que
siendo un animal no cambiaría mucho mi existencia, debido a que al estar
enfrentándome a un problema estaría haciendo mi deber instintivo y los
sentimientos que me caracterizan no influirían en mi accionar. Sólo me basta
tenerle un gran respeto a estos seres y tratar de emular su “heroísmo
instintivo”. Finalmente, me parece que debemos ser conscientes de todas las
otras voluntades, deseos y decisiones de las demás personas, las cuales se
amoldarán, influirán y se retroalimentarán con las mías y viceversa, para tener
así una vida más llevadera y con sentido.
*Capítulo
II: Órdenes, costumbres y caprichos.
Resumen:
Existen cosas que nos convienen para vivir y otras no, pero no siempre es fácil
identificarlas. Cuando hacemos algo, es porque preferimos hacer esto a hacer
otra cosa, o porque es mejor hacerlo que no hacerlo. Lamentablemente, existen
ocasiones en donde debemos optar entre dos o más opciones indeseadas.
Aristóteles, pionero, lo plantea de esta forma: ¿Qué pasaría si un barco, con
una importante carga a su haber, se enfrenta a una tormenta que sólo puede
atravesar si se quita peso de encima? ¿El capitán optaría por deshacerse de la
carga (que es muy importante que llegue a puerto) o intentaría continuar,
poniendo en riesgo su vida y la de la tripulación? De esta forma, cualquiera de
las opciones las tomaría queriendo, pero a la vez sin querer. Las distintas
acciones del día a día se basan en motivos,
que son las razones que explican tal conducta. Existen tres: las órdenes, mandatos impuestos; las costumbres, fundamentadas en su
repetición casi sin pensar o por seguir al colectivo; y los caprichos, cuyo motivo parece ser la
ausencia del mismo. Cada uno de estos con pesos que recaen de manera diferente
en nuestro actuar, posicionándose de manera jerárquica entre ellas. Por esto, a
veces basta con seguir una orden, pero en cambio, en otras, es necesario buscar
entre los caprichos y buscar el más racional.
Análisis
personal: Aunque el ejemplo del barco en medio de la tempestad de Aristóteles
parece ser un tanto extremista, siento que en la práctica es útil, ya que logra
sentir que las decisiones más “mundanas” parezcan algo más simples de lo que en
realidad son (aunque sea por un momento). Lo primero que se me vino a la cabeza
al leer el ejemplo fue que quizás el capitán debiera eliminar tan sólo una
parte de su cargamento, así recibiría una reprimenda por no conseguir llevarla
completa a destino pero se aseguraría de que todos llegaran con vida. Aunque
las dos opciones eran claras (enfrentar la tormenta tal cual, o quitar peso ya
sea con la carga o –malévolamente– con algunos tripulantes), me fue imposible,
y supongo que a muchos, el no pensar en una tercera más esperanzadora.
Continuando con los tipos de motivos
que condicionan nuestro actuar, ninguno de los tres señalados sería una
respuesta 100% satisfactoria para resolver tal dilema. Seguir el fácil camino
de la orden, al continuar en las
mismas condiciones frente a aquellas condiciones climáticas sólo porque así se
ordenó, a mi parecer, no estaría dentro de mi baraja de posibilidades. Por otro
lado, la costumbre es una opción
nula, puesto que nadie está acostumbrado a dicho panorama. Finalmente, el capricho, parece ser el motivo más
certero, aunque tiene las mismas posibilidades de errar como de acertar. Sin
embargo, prefiero equivocarme a no hacer nada al respecto, por lo que echaría a
andar mi cerebro para tomar la mejor decisión (tirar toda la carga suele serlo
para mí ahora). Claro, es fácil decirlo desde la teoría, pero aunque es
importante y válido ponernos en este tipo de dilemas, sólo la práctica nos
indicará nuestra real decisión.
*Capítulo
III: Haz lo que quieras
Resumen:
“Libertad” significa poder decidir,
pero también darse cuenta de lo que
se está decidiendo, que es lo más opuesto a dejarse
llevar. Para que esto último no ocurra, se debe pensar, al menos, dos veces
lo que se quiera hacer, cuestionándose lo siguiente: “¿Por qué hago esto?
(orden, costumbre o capricho)”, pero si la respuesta es insatisfactoria se debe
seguir cuestionando. Muchas veces, estos tres motivos rigen nuestras acciones
convenientemente, pero claramente no por el simple hecho de denominarse orden,
costumbre o capricho la acción se denominará buena. Las palabras bueno
y malo se utilizan en múltiples cosas
a nuestro alrededor y los parámetros para catalogarlas como tal están bien
definidos; por ejemplo: un electrodoméstico, una comida, un auto o una película
pueden denominarse buenas o malas sin mayor análisis, pero con personas es muy
difícil categorizar pues siempre hay discrepancias, y es simplemente porque no
se sabe para qué sirven los seres humanos. Se puede ser buen hombre de
múltiples maneras, pero debido a que cada uno se mueve en distintos ámbitos y
tiene distintas intenciones, desde fuera es muy difícil determinar la “bondad”
o “maldad”. Además, alguien malo pudo hacer el bien sin querer y por el
contrario, otro con las mejores intenciones pudo provocar un desastre.
Análisis
personal: Desde que recuerdo, siempre he sido una persona indecisa en todo
ámbito, y aunque por mucho tiempo sentía que era mi peor defecto, últimamente
creo que también podría denominar mi inseguridad como una “pseudo virtud”, ya
que, como explica Savater, hay decisiones que simplemente no encajan dentro de
los tres motivos más generales, y tomarlas a la ligera sería lo peor que uno
pudiera hacer. Muchas veces uno escucha: “No lo pienses tanto y hazlo”, pero,
si bien, puede ser en ocasiones cierto y pueda perderme oportunidades únicas en
la vida, siempre sigo el camino más seguro (quizás, más allá de ser algo bueno
o malo, en mi caso tenga que ver con la seguridad que tengo en mí mismo y en
mis capacidades, pero ese es tema para otra ocasión). Concuerdo con el autor
cuando señala la complejidad de atribuir la característica de bueno o malo
cuando se trata de personas, y también con su simple respuesta que radica en
que lisa y llanamente no conocemos nuestra “función” principal, ya que las
cosas que se esperan de nosotros difieren en cada situación en que nos
encontremos. Cada persona es un mundo y tiene una historia detrás que justifica
sus acciones, y esto, sumado al hecho de estar inserto en una cultura en
especifico que tiene sus propios fundamentos y bases, aporta aun más dificultad
al querer siquiera intentar saber si una persona es buena o mala. Por ejemplo:
no sería válido criticar negativamente a un pueblo de un país lejano por
sacrificar animales y personas a diario como ofrendas para un dios si es que
para ellos eso es lo más natural y normal que existe y de esa forma se sienten
tranquilos y felices, pro el simple hecho de que yo no lo tolero. Se debe tener
una mente abierta y humilde a pensar que quizás no siempre tenemos la razón.
*Capítulo
IV: Date la buena vida
Resumen:
No se debe preguntar a nadie más que a sí mismo qué hacer con la propia vida, y
al poner en práctica la libertad no hay que ponerse desde el principio al
servicio de los demás, por muy buenos y respetables que sean. Al decir “haz lo
que quieras”, surge la contradicción de “ordenar ser libre”, con lo que
curiosamente al cumplir este enunciado se desobedece (se sigue una orden y no
lo que la persona siente), y al no cumplirlo se obedece (porque se decidió
hacer lo que él mismo quería). Lo importante es que no hay que dedicarse a que
pase el tiempo, sino que a vivirlo bien y también comprender que el “haz lo que
quieras” no debe confundirse con los caprichos, puesto que esto sería un “hacer
lo que se me da la gana”. El ser humano suele tener deseos contradictorios y se
vuelve fundamental ser capaz de jerarquizar sobre lo que se apetece y lo que a
la larga se quiere. El decir “haz lo que quieras” finalmente significa “darse la
buena vida”, pero una vida humana, basada en la relación con los demás, puesto
que en la soledad sí hay vida, pero no es ni buena ni humana. Esto, finalmente,
logra que la gente se humanice a través del lenguaje, puesto que a la vez que
se trata humanamente a los demás, éstos lo harán recíprocamente también, o sea,
darse la buena vida no difiere mucho
de dar la buena vida.
Análisis
personal: El saber que lo que se hace con la propia vida debe ser preguntado
sólo a sí mismo me parece un principio fundamental a la hora de crecer como
personas. Como se ha dicho anteriormente, cuando pequeños dependemos de muchas
formas de nuestro entorno familiar, pero a medida que crecemos uno es el único
responsable de lo que nos acontece. Obviamente nunca está de más aceptar un
consejo de otra persona puesto que es probable que ella vea las situaciones
desde otro enfoque que a uno ni se le hubiese pasado por la cabeza, pero la
decisión final siempre será de uno. Esto no debe confundirse con el
ensimismamiento ni con el egocentrismo, pero cierto es que nadie conoce más de
uno que uno mismo. Me ha pasado en múltiples ocasiones (y creo que es un
proceso normal por el que pasa la gente) el hecho de sentir que me encantaría
aislarme de la gente y estar solo por un largo tiempo. El estrés, las
desilusiones amorosas, el desencanto con el mundo, el esfuerzo que no da
frutos, parecen ser razones suficientes para rendirse y querer desaparecer en
un abrir y cerrar de ojos, pero lo bueno del caso es que este deseo suele ser
suprimido en uno u otro momento. Como seres sociales, nos sentimos atraídos a
estar en constante relación con las demás personas puesto que hemos
desarrollado la capacidad de tener conciencia de lo que somos y comprender que
la vida en conjunto supera significativamente a la solitaria (algo que los
animales no tienen la fortuna de conocer, por el momento). Creo, a mi parecer,
que la humanización a través del lenguaje es un valor vital que nos otorga una
mejor calidad de vida y que sin la cual la existencia poco tendría de
interesante, por lo que se debe valorar como uno de nuestros más grandes
tesoros.
*Capítulo
V: ¡Despierta, baby!
Resumen:
Está claro qué es lo que todos quieren (darse la buena vida), pero no sé sabe
concretamente a qué se refiere o en qué consiste la “buena vida”. El querer ese
tipo de vida no es un querer cualquiera, no puede basarse en quereres simples,
que se fijan en sólo un aspecto de la realidad (como los alimentos, por
ejemplo) y que no tienen perspectiva de conjunto. Básicamente, lo que poseemos,
a su modo, también nos posee y por más cosas que se tenga, lo único que se
obtendrá de ellas, serán más cosas. Como se dijo en el resumen anterior, el trato
entre personas es primordial ya que logra que la gente se humanice entre ellas. Ocurre que, a veces las personas tratan a los
demás como si fueran cosas y está de más decir (o tal vez no) que así no se
consigue ni amistad, ni respeto ni mucho menos amor, y además se es considerado
también como una cosa; al estar del otro lado, o sea, al ser tratados como
cosas, por lo menos se mantiene el respeto de una persona: nosotros mismos. Al
tratar a las cosas como tal, éstas nos otorgarán diversos beneficios, y al
hacerlo con las demás personas, éstas nos ayudarán en lo fundamental: en ser
humanos. Lo importante es reflexionar sobre lo que se hace, hablar con los
demás, dar razones y escucharlas y tomar decisiones en solitario, pues nadie
puede ser libre por otro.
Análisis
personal: Todos sentimos algún tipo de fascinación por algunas cosas. Quizás a
alguien le guste coleccionar cuadros, a otro le interese tener lo último en
tecnología o simplemente darse gustos culinarios cada vez que le sea posible.
Creo que esto no tiene nada de malo, pero como plantea Savater en este capítulo de “Ética para Amador”, la vida
no puede basarse en ello. Ocurre que, hay gente que literalmente se hipnotiza
frente a sus deseos mundanos y olvida que lo más importante (aunque suene de lo
más cursi) es estar con nuestros seres queridos y disfrutar de su compañía.
Viéndolo desde una perspectiva personal, hubo una ocasión en que casi sentía
que me moría porque no pude asistir a un concierto que hace tiempo estaba
deseando ir. Resulta que estuve meses juntando el dinero y contaba los días
para el gran día, pero al final, por diversos motivos no pude ir. Pataleé como
un verdadero niño de cinco años, creo que hasta lágrimas me brotaron, pero poco
a poco me fui resignando hasta el momento en que me moría de la risa al
recordar mis reacciones. Este es un claro ejemplo de que las cosas materiales,
las que no tienen que ver con las demás personas, a fin de cuentas deben estar
en un segundo plano (y en ocasiones en un tercero o cuarto). Debido a que somos
seres humanos, más de alguna vez trataremos a cosas como si fueran personas, y
viceversa, puesto que tenemos el total derecho de equivocarnos, pero es
importante darnos cuenta luego del valor que cada cosa y persona se merece.
Vale decir, como anécdota, que el dinero de la entrada del concierto (que
finalmente no compré) no era para nada despreciable y pude utilizarlo en otra
cosa mucho más importante como lo era ayudar a mis padres a pagar mi matrícula
de la Universidad.
*Capítulo
VI: Aparece Pepito Grillo
Resumen:
La única obligación que tenemos en
esta vida es no ser imbéciles (moral o éticamente). “Imbécil” viene del latín baculus, o sea <<bastón>>,
por lo que un imbécil moral cojea del ánimo y el espíritu. Hay cinco tipos de
imbéciles morales: a) el que cree que no quiere nada y dice que todo le da
igual; b) el que cree que lo quiere todo, lo que se le presenta y lo contrario;
c) el que no sabe lo que quiere, imita al resto o les lleva la contraria porque
sí; d) el que sabe qué quiere y más o menos por qué lo quiere, pero es flojo,
tiene miedo o poca fuerza; y e) el que quiere con fuerza y ferocidad, pero se
engaña a sí mismo sobre lo que es la realidad. Lo contrario de la imbecilidad
moral es la conciencia, que consiste
básicamente en saber que no todo da igual, desarrollar el “buen gusto moral” y
no buscar coartadas que disimulen que somos libres. Esta es una característica
de quienes son “egoístas”, pero que no son imbéciles, pues quieren lo mejor
para sí, o sea la buena vida. De esta
forma, se debe ser responsable con
los actos que nos otorga la libertad, y así minimizar el sentido de
remordimiento, que aparece cuando nos arrepentimos de nuestros actos indebidos,
a veces justificados por calificarlos de irresistibles,
pero que a fin de cuentas no es más que una superstición inventada por los que
le temen a la libertad.
Análisis
personal: Socialmente, la palabra imbécil denota a alguien que no sabe o que
algo le cuesta mucho, pero Savater toma la etiología de la palabra y la utiliza
de forma retórica para representar a todas esas personas (todos hemos sido,
seremos o somos en parte) que temen hacer uso de la libertad intrínseca que
poseen por el simple hecho de ser personas, y CREEN no saber lo que quieren o
siguen al resto porque piensan que es un camino más fácil y seguro. Para tener
“buen gusto” moral, es necesario tanto cualidades innatas, como la enseñanza a
partir de la humanización que nos entrega el contacto con los demás. Es por
esto último, y como he señalado anteriormente, que no se puede juzgar a alguien
sólo por sus actos sino que debe conocerse lo que hay detrás, su historia, pues
es muy probable que haya sido tratado inhumanamente,
por lo que no se le puede reprochar del todo el comportarse de tal manera. Es
por esto que, parte de los actos que cometen los demás, ya sean negativos o
positivos, son en parte nuestra propia responsabilidad, porque al tratar a
alguien de alguna forma específica, ésta (en general) lo hará de la misma
forma. Por otro lado, concuerdo cuando
el autor plantea el hecho de que debemos ser “egoístas consecuentes”, pues así
sabemos lo que queremos para tener un buen vivir y el esfuerzo que éste
conlleva, y además tenemos conciencia, somos responsables y eliminamos el
remordimiento. Como he dicho antes, es imposible que nos comportemos de esa
forma las 24 horas del día, de nuestro nacimiento hasta que muramos, pero el
camino de la vida nos otorga experiencia y la capacidad de cada día
comportarnos con más sabiduría y respeto hacia los demás.
*Capítulo
VII: Ponte en su lugar
Resumen:
No hay peor enemigo que un enemigo inteligente, capaz de hacer planes
minuciosos, de tender trampas o de engañar de mil maneras, y es por eso que
aunque los demás seres humanos nos convienen también pueden perjudicarnos, por
lo que hay que estar siempre atentos a ellos. Cuando interactuamos con los
demás, y como se ha dicho en más de una ocasión anteriormente, debemos fijarnos
en todos los aspectos posibles que incidieron en sus actos y tratarlos
humanamente, que significa intentar ponerse en el lugar del otro, desde dentro,
adoptando por un momento su propio punto de vista. Pese a todas las diferencias
entre los individuos, también en cierto modo se está dentro de cada uno de los
semejantes. Ponerse en el lugar del otro
es tomarle en serio, considerarle plenamente, participando del algún modo en
sus pasiones y sentimientos, en sus dolores, anhelos y gozos. Esto no significa
que hay que darle la razón a lo que el otro reclama o hace ni comportarse como
si fueran idénticos, sino que tratar de que todos tengamos las mismas
oportunidades. Gran parte del arte de la empatía es el valor de la justicia, o
sea esforzarse por entender a nuestros semejantes, que va más allá de las
leyes, puesto que es imposible encasillar personas con situaciones tan
distintas en un principio legal común.
Análisis
personal: Quizás de manera poco modesta, puedo decir que me considero una
persona empática frente a mis pares y personas que me rodean, ya que siempre en
mi grupo de amigos o en mi familia soy una especie de moderador cuando surgen
discusiones y también me suelen elogiar diciendo que soy bueno dando consejos.
Esto, se debe, yo creo, a que en general, soy una persona muy sensible y logro
captar lo que los demás me cuentan. Por contraparte, me resulta difícil a veces
sentirme comprendido por los demás y me frustro bastante por ello, y resulta
que no sigo los propios consejos que comparto (soy algo así como alguien que
predica y no practica, o como dice el dicho “en casa de herrero, cuchillo de
palo”). Sin embargo, sé que esto no será así, y que por más que quiera a veces
desprenderme de los demás, siempre es necesario el contacto real con las demás
personas, pues es ahí la única instancia en la cual podré encontrar respuestas
que me entreguen beneficios y me hagan sentir desarrollado como persona. El
tratar a los demás de una determinada forma, también significa el cómo me trato
a mí mismo. Para eso debo comprender desde dentro (o hacer el intento) lo que
sienten los demás, ya que así lo humanizo y a la vez, me humanizo a mí mismo,
que es el interés absoluto. Es cierto que sería muy aburrido que todos fuéramos
iguales, como un ejército de soldaditos de juguete y nos comportáramos de la
misma forma, pero en lo que sí debemos ser iguales es en las oportunidades para
poder desarrollarme como un ser humano pleno. Para esto es fundamental ´poner
en práctica el valor de la justicia y amar, aunque sea un poco a cada ser
humano que nos rodea, por ayudar a humanizarnos.
*Capítulo
VIII: Tanto gusto
Resumen:
Suele decirse, en un amplio porcentaje, que la “inmoralidad” hace relación con
el sexo. Es posible que se sea inmoral en el sexo, pero esta palabra no engloba
todo lo que se puede esperar inmoral. El que cree que hay algo malo en
disfrutar del placer que éste otorga (o de los placeres en general), ése
debería ser considerado inmoral. Este tipo de personas le temen al placer, y si se pregunta por qué ocurre esto, es debido a
que el placer nos gusta demasiado. Así surgen estos columniadores del placer, denominados “puritanos”, que creen que
sólo se logra vivir bien si es que se está pasando mal y viceversa, sin embargo,
Savater expone que es más moral y decente el sinvergüenza corriente que el
puritano oficial. Si se tarda en pasarlo bien, se termina por pasar de pasarlo
bien, ya que no se puso en práctica el famoso “carpe diem”. Esto no quiere decir que hoy hay que buscar
todos los placeres existentes, sino que hay que buscar todos los placeres de
hoy, o sea, todo a su debido tiempo. Así como entrega tantas satisfacciones, el
placer también puede ser fastidioso y tornarse enviciante, a la vez que
peligroso, convirtiéndose en un castigo disfrazado de placer. Señalando esto,
sólo basta decir que la alegría es la máxima gratificación que nos entrega la
vida.
Análisis
personal: No podría estar más de acuerdo con el autor en todo lo que señala en
este capítulo dedicado al placer, del cual todos somos libres de sentir, pero
que no todos deciden adoptar para sí. Como se dijo, el placer en exceso,
también puede ser causante de consecuencias negativas hacia la persona, puesto
que es un motivo de distracción en nuestras metas, y se transforma en un modo
de vida. Lamento el hecho de que existan aquellas personas “puritanas” que no
toman conciencia de que uno tiene por objetivo disfrutar de la vida, obviamente
sin pasar a llevar las libertades de las demás personas, pero que en general la
vida debe ser un gozo y una experiencia provechosa en todo sentido. Concuerdo
también en que si el placer viene de la mano del “daño” y el peligro es nada
más ni nada menos que un castigo disfrazado de placer pues se está
contradiciendo la idea de que hay que disfrutar la vida, ya que en cualquier
momento se puede perder. Finalmente, estoy de acuerdo plenamente cuando el
autor anuncia que la mayor gratificación que la vida nos puede dar es la
alegría, un concepto vilipendiado en ocasiones, y del cual no se toma mucho en
serio. Cualquier acción que nos aleje de la alegría, de ese “sí” a lo que
somos, queremos y sentimos ser, es indiscutidamente una mala acción. Sólo resta
decir que hay que ser alegres con templanza
(comparada y relacionada de manera errónea con la abstinencia y la prohibición)
puesto que con ésta tendremos una amistad inteligente y sana con lo que nos
hace disfrutar.
*Capítulo
IX: Elecciones generales
Resumen:
Para lo único que sirve la ética es para intentar mejorarse a uno mismo, no
para reprender elocuentemente a los demás. La ética y la política se relacionan
entre sí y tienen mucho que ver, pues ambas tratar de vivir bien. La ética es el arte de elegir lo que más conviene y la
política tiene por objetivo organizar lo mejor posible la sociedad para que
cada uno pueda elegir lo que le conviene. Sin embargo difieren en algo: la
ética de lo que uno mismo hace con su libertad, en cambio la política intenta
coordinar la manera más provechosa para el conjunto lo que muchos hacen con sus
libertades, además a esta última sólo le interesan los resultados de las
acciones y si es necesario incluir presión (incluida la fuerza) lo hará; la
ética no puede esperar a la política. Una organización política preferible debe
sentar sus bases en la libertad de todo tipo para su gente, haciendo énfasis
también en la responsabilidad de los actos y las omisiones; también tratar a
las personas como personas (incluyendo la dignidad,
que representa la exigencia de ser tratado igual a los demás); y finalmente
simpatizar con los dolores y las desdichas de la gente. Como conclusión hay que
tomar conciencia de la importancia de nuestro Planeta Tierra, que se verá
cuidado sólo en un ambiente de respeto por la diversidad, así como también con
el respeto y la equidad.
Análisis
personal: A decir verdad, la política no es un área que me llame mucho la
atención (no sé cuánto tiempo me hubiese tomado inscribirme para votar si es
que no se hubiese aprobado la inscripción automática y el voto voluntario),
pero tengo conciencia de la importancia, la vigencia y la relación con cada
persona que pisa este planeta que ésta tiene. Es imposible pensar en un mundo
utópico donde cada segundo sea el más feliz de la vida y en que no existe
maldad, puesto que el simple hecho de que exista bondad provoca una
contraparte, pero sí se puede pensar en un mundo que sea lo mejor posible. Para esto, la política, como una especie de “ser
humano gigante” debe basar sus principios en los mismos que se han señalado con
anterioridad que debe poseer una persona. Comenzando por apoyar rotundamente la
libertad (de expresión, de reunión con demás personas, de sentir placer de
diversas maneras, etc.); también tratando humanamente
a las personas y concientizarse con el hecho de que la diversidad siempre
estará presente así como la existencia humana (a no ser que suframos una
extinción como los desaparecidos dinosaurios); y finalmente, junto con lo
anterior, intentar de la mejor forma comprender desde dentro tanto las alegrías como las desdichas de la gente,
puesto que son las personas la razón de ser de la política y de cuanta ciencia
exista. Finalmente simpatizo con las conclusiones que el autor hace en este
capítulo acerca de aborrecer las doctrinas que enfrentan sin remedio a unos
contra otros, como los racismos, los nacionalismos enfermizos y las ideologías
fanáticas, puesto que lo único que logran es separarnos los unos a los otros y
convertir a la ética en nada más que un recuerdo absurdo.
*Epílogo:
Tendrás que pensártelo
Resumen:
El autor finaliza comentando que este libro no debe ser tomado muy en serio,
puesto que la seriedad no va inequívocamente de la mano con la sabiduría.
Frente a la pregunta “¿merece la pena vivir?”, Savater cita a Samuel Butler,
escritor inglés, que señala: “Ésa es una pregunta para un embrión, no para un
hombre”. Continua señalando que piensa que sólo es bueno el que siente una antipatía activa hacia la muerte, antipatía
y no miedo, puesto que este suele surgir del respeto y la sumisión y no son
sentimientos quela muerte no se merece. Luego, asevera que no importa si es que
hay vida después de la muerte, sino que haya vida antes, y que no sea una
simple supervivencia. Antes de terminar, da tres razones para comprender por
qué no se puede saber por medio de este libro el cómo vivir mejor: a) la
incompetencia de Savater mismo; b) el hecho de que la vida no sea una ciencia
exacta, sino un arte; c) y por último, el que la buena vida no es algo general,
sino que está hecha a medida de cada uno, individualmente. Por último, aconseja
que si de elegir se trata, elijamos aquellas opciones que nos permiten luego un
número mayor de opciones posibles, elegir abrirnos:
a otros, a nuevas experiencias y a diversas alegrías.
Análisis
personal: Siento que, a manera de epílogo, este apartado a cumplido con mis
expectativas finales. El autor, con su tono humorístico ante todo, invita
simplemente a vivir la vida y encontrar en su camino las respuestas a todas las
incógnitas que nos surjan, comprendiendo que nadie sabe ni lo sabrá todo, y
mucho menos en un tiempo corto. Estoy de acuerdo en su afirmación de que
debemos guardar el ánimo para nuestros fallos, porque la suerte también juega y
no todo el mundo avanzará siempre entre aciertos, sino también en derrotas y
errores. Por primera vez discrepo un poco con el autor cuando señala que “sólo
es bueno el que siente una antipatía
activa por la muerte”, puesto que a mi parecer la muerte debe tomarse tanto con
seriedad pero también con la mayor de las naturalidades, puesto que es un hecho
del cual nadie se va a escapar jamás. Con lo anterior cito a mi saga de libros
favorita llamada Harry Potter, a través del personaje Albus Dumbledore, quien
en el séptimo y último volumen de la saga dice: “La muerte no es más que
nuestra siguiente gran aventura”. Con esto quiero decir que aunque tengo
inseguridad sobre qué pase cuando muera, siento que no por no saber,
aprovecharé de hacer de todo, pues encuentro que es una especie de oportunismo
y miedo disfrazado. (Esto último sin asegurarlo completamente, y sabiendo que
sólo la práctica me hará pulir mis ideas; quizás en un tiempo más opine todo lo
contrario).
Conclusión
El
presente ensayo tuvo por intención la capacidad de sintetizar y analizar a
grandes rasgos las ideas planteadas en el libro “Ética para Amador” del autor
Fernando Savater, el cual de manera sencilla narraba los conceptos y relaciones
que se manejan en el ámbito de la ética y su importancia para el ser humano.
Estructuralmente hablando, el autor usa el recurso de un encanto no siempre
visto en libros que hablan del tema y que invita a cada momento a continuar
leyendo, dejando traviesamente cuestionamientos al final de cada capítulo y
señalando que en el siguiente se compromete a resolverlos.
Inteligentemente,
y como mucho debieran emular, utiliza un lenguaje muy cercano que interesa aun
más al lector y provoca que éste continúe leyendo y va de apoco aumentando la
complejidad de sus dichos para no confundir de entrada a quien no sabe del
tema.
Personalmente,
el libro me gustó mucho debido a las razones anteriormente señaladas y también
porque tomé conciencia de la importancia de la ética en nuestras vidas, y que
yo, como futuro profesional tengo que tener siempre en cuenta a la hora de
relacionarme con mi entorno de trabajo y mis pacientes.
Para
finalizar, sólo me basta decir que el análisis capítulo a capítulo fue un
ejercicio muy enriquecedor y que me di cuenta de cuán ignorantes somos. Así
también, que la ética y la sabiduría se basan también en esto último: reconocer
que nunca lo sabremos todo, pero que lo que realmente importa es que a lo largo
del camino de la vida y las relaciones que tendremos con los demás, nuestro
vivir se tornará más pleno y llevadero y con un sentido claro.
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